Tiempo

Y el tiempo volvió a pararse.




Nauseabundos momentos que exaltaban mi anterior vida. Cercos trazados alrededor de las sonrisas. Bucles infinitos que alcanzaban tus manos. Misterio, perfección, altruismo. Como si de una dádiva se tratase, encontré un pergamino arrugado por la edad.
Borrado por el dolor.



Arrastrado una y otra vez.




Quédate.










Yo me marcho.










**anita gallego

A mi desconocido pasado



Una gota,

y otra,

y otra,

y otra...

Procedentes del techo, iban directas al pequeño charco formado al lado de la mecedora. Describía una forma irregular, decadente, misteriosa.
Su sonido vacío, y lleno, a la vez.

Una extraña sensación me obligaba a estar observando esa gotera sin importarme el tiempo que pasaba.
Ahí estaba yo, sentada, con los brazos alrededor de mis piernas, ya débiles, y con otra laguna prohibida a mis pies. Eran todos mis recuerdos. Y ahora... nada. Sólo un piso solitario y lúgubre, que antaño fue alegre y siempre tan lleno de gente.
Habían pasado algunos años... castillos sobre el aire, eso construía.
Con un último esfuerzo, llegué a alcanzar mi vieja máquina de escribir.


Coloqué algunos folios, y escribí: " A mi desconocido pasado".




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**** Anita Gallego ****

Pinceladas de tiempos pasados...


Aún no sé por qué sigo pensando en ti.
¿Cuándo voy a dejar de quererte?
Sigues, sigues en mi alma. ¿Por cuánto tiempo?
Hubo un tiempo tan maravilloso hace años ... un sueño, una divagación, una esperanza efímera, un soplo de melancolía oxidado en la memoria...
Pues claro que te recuerdo. Sabes que siempre vas a tener ese hueco en mi corazón.
Sé que probablemente nunca volveré a verte.
Pero prefiero pensar en que tendremos otra oportunidad.
Ya la tuvimos. En varias ocasiones.
El destino nos unió una y otra vez, mientras mi corazón sonreía al ver recompensado todo el esfuerzo de esperarte. Tuvimos amistad, confianza, cariño... eso, sí, en la distancia.
Pero poco me importó, y tú bien lo sabes. No podía creerlo. ¿Podríamos haber llegado a algo?
Jamás.
Eso siempre lo tuve presente. Pero era tan feliz pensando en ti... Tu recuerdo todavía me hace daño, me escuece, mis lágrimas brotan al esbozar aquéllos felices momentos. Pero poco importa ya. Ojalá pudieras leer esto... ojalá pudiera verte otra vez, sólo una última vez... ojalá.

Divagaciones efímeras



¿Qué hacer cuando no logras describir esa sensación que te invade todo el cuerpo y que te lleva a pensar en cosas que en realidad no quieres pensar?

Es algo que va, que viene, que desaparece... vuelve a aparecer; y entonces, sólo entonces, dejas caer esas lágrimas color gris, tan llenas de melancolía que puedes tocar los recuerdos con la mano.

Es la ilusión y de pronto, el caos.

Desesperas, no sabes qué hacer.
Y yo creía...
Y yo creía tantas cosas... castillos suspendidos en el aire.
No sirvió de mucho, ahora nos queda el recuerdo. Y no lo entiendo.

Reflejos



Alma errante, corazón en pena,
todo desvanece
y no quiero seguir.

Dime el sentido de la vida,
la fugacidad de tu reflejo me hace dudar.
Me rebajo a sonidos inertes,
a corazones sabios que me llaman,

con mente racional en un mundo hostil.
Siento el poder de la oscuridad,
se acerca hacia mi,

quiere llevarme a su lado.

Intento escapar, ¿acaso puedo?

Me llama, me retiene, entra en mi cabeza.

Salgo de su reino,
me interno en mi mundo.

Si quieres saber algo de mi....


busca un eclipse, allí estaré.





** anita gallego **

Relato agridulce




Eran dos desconocidos.
Nunca se habían visto, pero siempre se habían deseado.
Siempre habían estado soñando con la existencia del otro,
ellos bien sabían que tenía que ocurrir.
Y sucedió.
Desde el primer momento que se vieron,
se reconocieron mutuamente.
Fue en el muelle de un pequeño puerto,
una tarde de verano.
Estaba prácticamente desierto,
sólo quedaba algún curioso que observaba las barcas,
en cambio... allí estaban ambos.
Por fin.
La dama vestida de gris era pintora, viuda y pobre.
El caballero,con polo verde, era empresario, estaba casado y tenía un hijo recién nacido.
Ella había pasado allí toda la tarde,
pensando en las vicisitudes del destino, en que no
había tenido hijos, en que no había aprovechado su vida... ahora, se veía como una pobre amargada, indefensa, descuidada... sentía que no le importaba a nadie y que no merecia la pena vivir.
Él, en cambio,mientras daba un paseo con su familia, no podía dejar de pensar en la cantidad de trabajo que tenía por hacer, aún estando de vacaciones, el poco tiempo que le iba a poder dedicar a su hijo, y en lo desmejorada que estaba su esposa.
Pero todo cambió.
Todo cambió cuando, de pronto, él,como si de una extraña intuición se tratara, desvió su atención hacia aquélla mujer sentada en el muelle. Le dijo a su esposa que enseguida volvía, y se dirigió hacia aquella sombra que despertaba en él un deseo irreparable. Cuando la alcanzó, pudo ver en su mirada un mar de sensaciones, un extraño brillo en sus ojos verdes, que le paralizó unos instantes.
-Te estaba esperando. -dijo ella.
-Yo te he estado esperando toda la vida.
Sólo fueron dos frases, pero bastaron para entenderse. En ese momento, sus almas se abrazaron, se desearon, se amaron. Luego, ella se levantó y se fue. Sólo dijo:
-Hasta nuestro próximo encuentro.
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***** Por: Anita Gallego.