dolor y languidez



Quiéreme por cada lágrima que derramé por ti.
Por cada alfiler oxidado que clavaste y ahora envenena mi corazón.
Sólo porque la herida escuece, y no tengo alcohol para curarla. Todo él corrió por mi garganta en una madrugada perenne, cuando aún creía en sombras difusas.
Y ahora, esquilmados gusanos recorren mis manos, buscando algo maldito entre la materia aún viviente.
No abandones a este usado fósforo en el que me he convertido...
pues sólo intentaba estar a tu lado.

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Me gustaría poder borrar cada crepúsculo acaecido en tus labios.




Pero la inocencia me impide el paso hacia tu portal de engaños.








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Cuando logres entender el significado de estas palabras, sólo entonces, ven a mi.