Galletas

Comenzaste dejándome tus gafas. Fuiste el primero que me respondió cuando llamé a la puerta. Y aunque pensaste que actuaba de forma extraña, aunque no te vi en las primeras semanas y aunque fuiste un fantasma; de repente dejaste de ser una sombra.
Comenzaste bromeando conmigo acerca de otro chico. Sentándote a mi lado y haciéndome reir. Cogiéndome del brazo y no dejándome marchar.
Me cocinabas. Incluso cuando no te lo pedía, sabías cuándo aparecer. Llamabas a mi puerta, hacías mi vida más fácil y más divertida.
Jugábamos juntos. Nos quedábamos dormidos.
Nos sincerábamos.
Pasado.
Tengo miedo de volver. Tengo miedo de volver y de que todo siga como cuando me marché. Que sigas decepcionado conmigo. Que no quieras verme, hablarme, o simplemente compartir tiempo conmigo. No se por qué todo tiene que ser tan difícil. No tendría por qué ser así. Tengo miedo de volver.
Estaba demasiado ciega para ver la opción correcta. Pero no tengo la culpa de estar condicionada (todavía) por mi pasado. Tampoco tengo la culpa de estar aterrada sobre el futuro. Especialmente ahora que empezaba a verlo de otra forma.
No se si me estoy volviendo loca, no se si lo que pienso, lo que siento, lo que vi; era así. Pero creo conocerte, y creo saber que hubo algo. Hubo algo que yo misma nos arrebaté.
Soy una cobarde. Y aún no puedo creer tu reacción. Porque fue una reacción pasional, demasiado pasional; como si hubiese algo implícito.
Ya no se qué esperar. Ya no se qué desear.
Tarde o temprano, lo averiguaré. O lo averiguaremos juntos.