Divagaciones efímeras



¿Qué hacer cuando no logras describir esa sensación que te invade todo el cuerpo y que te lleva a pensar en cosas que en realidad no quieres pensar?

Es algo que va, que viene, que desaparece... vuelve a aparecer; y entonces, sólo entonces, dejas caer esas lágrimas color gris, tan llenas de melancolía que puedes tocar los recuerdos con la mano.

Es la ilusión y de pronto, el caos.

Desesperas, no sabes qué hacer.
Y yo creía...
Y yo creía tantas cosas... castillos suspendidos en el aire.
No sirvió de mucho, ahora nos queda el recuerdo. Y no lo entiendo.

1 comentario:

L. dijo...

El amor, y le voy a parecer a usted un pedante, es la confluencia del instinto fetichista y del instinto sexual.

El instinto sexual empuja el hombre a la mujer y la mujer al hombre, indistintamente; pero el hombre que tiene un poder de fantasear, dice: esa mujer, y la mujer dice: ese hombre. Aquí empieza el instinto fetichista; sobre el cuerpo de la persona elegida porque sí, se forja otro más hermoso y se le adorna y se le embellece, y se convence uno de que el ídolo forjado por la imaginación es la misma verdad. Un hombre que ama a una mujer la ve en su interior deformada, y la mujer que quiere al hombre le pasa lo mismo,lo deforma. A través de una nube brillante y falsa, se ven los amantes el uno al otro, y en la oscuridad ríe el antiguo diablo, que no es más que la especie.

(contestó Baroja...recuérdame que también te regale este libro)